SER Y NO SER UN ÁNGEL.
Comentario sobre la película “Tan lejos, Tan cerca” ("In weiter ferne so nah", Wim Wenders, 1987)
Puedes ver la película haciendo click aquí
¿Cómo imaginar a un ser que vive por fuera del tiempo humano?
¿Cómo es un ser que vive al margen de las emociones humanas y las lágrimas?
¿Qué tan inútil puede uno sentirse si no es más que un mensajero y no tiene en sus manos ninguna acción “real” más que inspirar un poco de luz?
¿Qué pasaría si un ser de esas dimensiones y características intentara vivir en un mundo como el nuestro, limitado por el tiempo, complejizado por las emociones e inundado de situaciones que requieren acción?
Estas parecen ser las preguntas que nos salen al encuentro en esta película. Un ángel, un ser que vive en un tiempo eterno, que puede abarcar con una mirada desde la serpiente enroscada en el árbol hasta la difusión mundial de un virus en 2020, un ser que debido a la carencia de un cuerpo físico no puede percibir las emociones humanas, las lágrimas y la confusión del miedo, el empuje de la valentía o los riesgos del vino, está cansado de ser tan sólo una pequeña luz de inspiración, sobretodo porque ya aquellos a quienes va dirigido el mensaje han dejado de ver y la inspiración, si acaso, les alcanza para dedicar su energía a la acumulación de una satisfacción local y limitada: la que da el dinero, para ellos el tiempo se ha convertido en dinero. El director ha creado para nosotros una clave de colores para que comprendamos los mundos que dibuja. El universo de los ángeles, su visión, se presenta en blanco y negro, el color está reservado para las experiencias humanas, con esto parece querer decirnos que el mundo de lo no experimentado es así, plano, apenas dimensionado una sola combinación, el gris. El mundo de los seres humanos en cambio, su visión, su gozo y su tragedia, está representado por las tomas en color, porque así son las emociones, nadie realmente siente sólo en gris o en blanco o negro, incluso el más depresivo puede sentir un azul, un verde o un violeta fríos.
Nuestro protagonista es un ángel llamado Cassiel. Cassiel se encuentra en la mitología judía, cristiana e islámica, representando emociones muy básicas. Su nombre significa “la velocidad de Dios”, “la ira de Dios” o simplemente “la lamentación”. Se dice que si es que se les permitiera a los arcángeles intervenir de alguna manera en la historia humana, sería Cassiel el más castigado pues él es apenas el mensajero y nada más, mensajero y observador. En este sentido vendría a emparentarse con el movimiento psíquico de la comunicación interior entre consciencia e inconsciente, entre los diversos aspectos del ser humano que, en Grecia, se representó por Hermes, el mensajero divino. Quizás por eso Cassiel significa, como dije “la velocidad de Dios”.
Al principio de la película se nos muestra un Cassiel cansado de estar al margen, por lo que comienza a sentir un vívido deseo de volverse humano, de vivir una experiencia humana, de ser un espíritu en una experiencia humana, como suele decirse hoy popularmente. ¿Cómo es llorar? ¿Cómo es sangrar?, se pregunta la lamentación de Dios. Tal como sucediera en la primera parte de esta historia, en la película de Wenders “El cielo sobre Berlín” (1987), el ángel puede hacerse humano; en aquella ocasión había sido Daniel el que habría llevado a cabo tal experimento, sí, el pizzero de nuestra historia, lo cual explica porqué sabía tanto de aquello por lo que estaba pasando Cassiel (las dos películas dejan entrever que Peter Falk y el cantante Lou Reed, quienes actúan como ellos mismos, también lo fueron. “El cielo sobre Berlín” tiene la siguiente dedicatoria: “A quienes un día fueron ángeles”). Este experimento, lo veremos, resulta desastroso ¿por qué?
Cassiel se ha convertido en un espíritu puro viviendo una experiencia impura, podríamos decir. El mundo humano es contradictorio y la mirada humana es, siempre, sumamente limitada, por eso salvar a un hombre de morir y recibir su agradecimiento, puede significar encontrarse haciendo parte de un grupo mafioso que negocia con armas y películas pornográficas, así como, jugar ingenuamente en una estación de tren a “dónde está la bolita”, puede significar ser apresado por la policía; incluso algo tan “positivo” como el juego puede resultar, repito, en el mundo humano, desastroso ¿o no han visto ustedes las muertes físicas y psicológicas causadas por la afición al futbol o por las diversas formas de ludopatía?. Sí. Este mundo humano no va en blanco y negro, no podemos ir por ahí radicalizados en que esto que es bueno ahora o para mí, siempre lo será en todo tiempo o para todo el mundo. Pero Cassiel sí que será víctima de ese pensamiento plano e ingenuo que trae de ese otro mundo de mensajeros y observadores, motivo por el cual aquí, en nuestro mundo multicolor, tendrá que implicarse tanto con la vida como con la muerte, con el llanto como con la decepción, con la desesperanza y el miedo, como con la alegría y el canto, con la amistad, la fraternidad, la esperanza y la confianza.


Emit es el guardián de un tiempo sin compasión con los seres humanos, Raphaela le dice que está enamorado de la oscuridad y quizás, por ello, lo vemos como guardián de un tiempo al revés, no del que avanza hacia adelante, sino de un tiempo que desea la regresión de todas las cosas hacia su oscuridad o su destino primordial, lo hace con Cassiel y quien sabe si no lo estará haciendo para con todos nosotros. Hoy en día tenemos a Donald Trump desacelerando las medidas de protección de su pueblo contra la pandemia con el objetivo primordial de no desacelerar la economía, es decir, permitiendo la muerte de muchos con tal de no dejar morir la bolsa donde se mide la vida, esa vida medida en dinero. Así, este personaje inconsciente consigue avanzar hacia la oscuridad, hacia la inversión de la vida, hacia la muerte. Finalmente recordemos que el mismo Emit va a declarar: “dicen que el tiempo es dinero y no, el tiempo es la falta de dinero”. Trump, como Emit, teme perder el tiempo al perder el dinero.
Emit en nosotros es esa fuerza regresiva que manipula el tiempo a favor de la materia y no del alma, Raphaela es esa que en nosotros recita la palabra compasiva frente al sufrimiento y la enfermedad y Cassiel, bueno, Cassiel es nuestra inconformidad infantil que tendrá que aprender a crecer.
Lisímaco Henao Henao.
Psicólogo. Mg. Psicología Analítica.
Analista Junguiano SCAJ-IAAP
Analista Junguiano SCAJ-IAAP
Medellín, Marzo de 2020