SUBCONSCIENTE, INCONSCIENTE Y OTRAS PRECISIONES.
Por Lisímaco Henao Henao
Los comentarios en redes digitales son una interesante y novedosa forma de
interacción entre conocidos y desconocidos que también valdría la pena analizar
en otro momento, da lugar a fenómenos muy interesantes, incluso enemistades de
quienes nunca fueron amigos. He visto discusiones “encarnizadas” entre
defensores de posiciones políticas o teóricas, cuando no por temas aún más
banales.
Hace poco publiqué un comentario sobre el uso
erróneo del término “subconsciente” para designar el concepto y la imagen de
“lo inconsciente” e incluso de “El Inconsciente” en psicoanálisis y en general
en el lenguaje psicológico que de él se desprende. Ha sido una de esas
publicaciones breves que ha suscitado una deliciosa conversación a través de
los comentarios y que recojo aquí, sumando alguna idea adicional sobre el uso,
muy de moda, de otro término psicológico. Así que, aunque firmo yo, el texto
resulta ser, también, colectivo.
Lo que sostuve fue que el término “subconsciente” resulta ser una traducción equivocada para lo que conocemos desde el psicoanálisis como “Inconsciente” y que etimológicamente, además, no es preciso. Mi amigo y colega Carlos Iván Ruiz me aclara que el uso de “subconsciente” no se originó en Freud sino que era la denominación que, antes de él, se le daba a lo inconsciente o a los procesos y contenidos no conscientes (recordemos que Freud no “inventó” el concepto que ya existía desde los antiguos griegos y que fue tratado extensamente por filósofos como Shopenhauer, el mérito del genio vienés consistió en refinarlo para su aplicación en el tratamiento de las neurosis y para el análisis profundo del ser humano como individuo y como masa). También nos informa Carlos Iván que Freud abandonó rápidamente el término “subconsciente” pues se prestaba para equívocos (la fuente que nos recomienda mi colega es el “Diccionario de Psicoanálisis” de Laplanche y Pontalis).
El amigo Walter León afirma que “es una gringada” y no se encuentra lejos de la
verdad pues, efectivamente, los primeros psicoanalistas de Estados Unidos que
se formaron con Freud (muchos de ellos europeos inmigrantes debido a la II
Guerra Mundial), se quedaron con este término inicial (subconsciente),
manteniéndolo y exportándolo en traducciones al resto del mundo (Latinoamérica
especialmente). Es de recordar que en E.U. surgió una psicología psicoanalítica
denominada Ego Psychology que, en parte, es responsable de la confusión
terminológica de la que hablamos.
La amiga Verónica Barraza nos habla de que
“subconsciente” le parece más expresivo porque designa algo que está “por
debajo” de la consciencia, mientras que “Inconsciente” se refiere “simplemente”
a lo no consciente. Me da pie mi virtual amiga para recordar que este es,
precisamente, el argumento tanto de Freud como de Jung, para no utilizar el
término “subconsciente”. Aunque ambos investigadores sostienen la metáfora
topográfica del aparato psíquico (básicamente el inconsciente como un Hades
psíquico y el sistema Yo-Consciente como la superficie de la tierra, el reino
de los dioses superiores para terminar de cerrar el simil mítico), ambos
también concluyen que Lo Inconsciente es algo más que simplemente “eso” que se
encuentra debajo, sepultado o reprimido, sino que quieren resaltar un aspecto
mucho más importante: es algo autónomo y efectivo, es una entidad por derecho
propio. Se trata de “Lo Inconsciente” si nos referimos a los contenidos o “El
Inconsciente” si nos referimos a la topografía psíquica.
Otro colega, desde México, Leonardo Flores Berrecil, nos hace notar el aspecto dinámico de la creación y asunción de conceptos en Jung. Así, habría podido tomar brevemente el término "subconsciente", de su apreciado maestro Pierre Janet, quien lo aplicaba a la comprensión de la consciencia escindida en los casos de personalidad múltiple. No obstante Jung lo abandona rápidamente por el riesgo de sugerirse en ese sentido que lo inconsciente es algo secundario, negativamente por debajo, simplemente inferior o que depende de la consciencia. Valga la pena leer esta aclaración del mismo Jung y tomada por Flores Berrecil de Diccionario Junguiano de Paolo Francesco Pieri:
"Con
ello, todo intento por querer derivar lo inconsciente de la consciencia se
convierte en vacuo artificio, en juego intelectualista y estéril. Así cabe
suponerlo en todas esas ocasiones en que los autores hablan con la mejor de las
intenciones de un "subconsciente", sin a la vez percatarse de lo
arrogante que sería el prejuicio de que de este modo se están haciendo reos.
Porque, ¿cómo pueden ellos saber con tanta exactitud que lo inconscientemente
se halla "por debajo" en lugar de "por encima" de la
conciencia? Lo único seguro en esta terminología es que la consciencia no tiene
la menor duda de hallarse muy por encima, en un lugar más alto incluso que el
de los mismos dioses. Confiemos en que un día tal vez la «haga temblar su
semejanza a Dios»"
Mi estimado colega Lukas Bauer nos habla del
“subconsciente” como todo aquello a lo que podemos acceder fácilmente mediante
una simple asociación de palabras. Es decir, mientras que lo inconsciente, por
estar fuertemente reprimido, sólo logra llegar a la consciencia mediante los
sueños, los síntomas u otras herramientas, lo subconsciente estaría muy cerca a
la consciencia (me atrevo yo a decir, como que lo tienes en la punta de la
lengua). Lukas me aclara que toma esto de la investigación que adelanta otro
colega, el Dr. W. Odermatt, quien investiga actualmente en el campo post
junguiano. Este aporte me permite recordar la definición que hace Freud de otro
término suyo: “Pre Consciente” y que define como un sistema del aparato
psíquico que se encuentra situado entre el sistema Consciente y el
Inconsciente, cuyos contenidos pueden franquear más fácilmente la Censura que
aquellos contenidos extrictamente inconscientes. Este concepto sufre una transformación
cuando Freud, posteriormente, modifica su teoría y establece los sistemas Yo,
Ello y Superyo, pero ya esto se los dejo de tarea para la casa.
En cuanto a lo anterior también Jung define algo parecido en la psique, al
afirmar que existen contenidos inconscientes “fácilmente asequibles para la
consciencia”, pero no los llama “subconscientes”, ni “preconscientes” sino
“Contenidos inconsciente asequibles” y “Contenidos inconscientes mediatamente
asequibles”. Como sabemos estas explicaciones sólo interesan a Jung en tanto
sirven para explicarle a sus estudiantes el funcionamiento psíquico, pero más
adelante en su obra el interés recae en la naturaleza arquetípica del proceso
de individuación, con lo cual todo esto puede hacer parte de algunos aspectos
de la Sombra.
Finalmente, me da la oportunidad de cerrar esta
corta disquisición nuestro amigo Claudio Sepúlveda Schulz, quien nos llama la
atención sobre un aspecto que para mí es crucial en la actual proliferación de
discursos sobre lo psíquico. Él nos cuenta que todo se trata de nomenclatura,
resaltando el valor del prefijo “sub” para decir que algo está por debajo y
que, en India, al inconsciente se le llama “supraconsciencia”, resaltando su
valor de “conocimiento absoluto”. Nos señala también que Paul Diel (psicólogo
investigador en psicología profunda) habla de “subconsciente” para todo lo
reprimido (¡O sea para el inconsciente freudiano!) y “sobreconsciente” para el
Self (de donde me queda la pregunta sobre cuál definición de Self usa Diel,
pues ese sí que es un término con muchas definiciones, no todas cercanas al
arquetipo central definido por Jung).
Este último aporte me lleva a la cuestión del lugar
de la enunciación, es decir, desde dónde se ubica usted para usar un término.
Para aclararme les pongo el ejemplo del término Ego. Creo que para nadie es ya
extraño escuchar frases como: “hay que acabar con el Ego”, “debemos abandonar
el Ego”, “Hay que vivir sin Ego”, etc. En cualquier universidad del mundo, en
introducción a la psicología o al psicoanálisis, te explicarán que el Ego (o
Yo, si lo dices en castellano), es un aspecto de la psique encargada, entre
otras cosas, de la orientación en el espacio y en el tiempo y de la consciencia
corporal (Jung dirá que es el centro regulador de la consciencia). Así que yo
como psicólogo occidental no podría decir que voy a acabar con el Ego, esto
sería como decir que voy a lanzar a mis pacientes a un estado psicótico, a la
locura, o como me dijera mi primer analista en mi segunda sesión al ver que yo
"vomitaba sombra" como un loco: “Lisímaco, cuidemos al Ego, que si se
nos deprime ¿con quién trabajamos?”, y con eso me explicó de una vez y para
siempre la importancia del Ego en el trabajo terapéutico.
Pero si yo conozco un poco más y se que el enunciado “Hay que vivir sin Ego”, proviene de una persona que habla desde la psicología oriental (Budismo específicamente), entonces ¡voilà!, lo entiendo e incluso puedo traducirlo a mi lenguaje psicológico: esta persona quiere decir que hay que trabajar sobre el complejo del Yo o la inflación egóica (Jung), o sobre el narcicismo (Freud).
Acerca de las traducciones de la psicología
oriental a la occidental, la psicóloga colombiana Luisa Fernanda Alvarez García
nos llama la atención sobre el hecho de que, etimológicamente hablando, no
existe algo como "El Ego" en el budismo mahayanna (aquí volvemos al
viejo asunto de que toda traducción es una "traición" según el
significado de esa palabra). Al parecer incluso la traducción de la palabra
"mente" es problemática, a continuación un aparte de la nota de Luisa
Fernanda:
"...ellos hablan de las dos mentes, una natural y otra ordinaria,
siendo ésta última confundida con nuestra noción occidental de ego. De hecho al
Buda de la sabiduría, Manjushri, se le puede ver en la iconografía inicialmente
montado sobre un elefante y posteriormente sentado sobre un león despierto y
pasible. Lo que nos indica que no hay tal conquista de vivir sin mente
ordinaria sino de domarla y domeñarla con tranquilidad. Justo ese Buda que
representa la sabiduría, es una imagen de lo que se considera en la filosofía
budista la mente natural sobre la mente ordinaria, conceptos muy complejos porque cuando se dice
mente en el budismo es una noción que está lejos de ser parecida a nuestra idea
de mente en occidente."
En este punto me pregunto si el orientalismo que se
practica en occidente es realmente oriental, o en esa traducción-traición ya ha
perdido todo el sentido y ha padecido una especie de "tortura de
Procusto", con lo que hemos conseguido, como siempre hacemos los
occidentales, no transformarnos sino transformar lo foráneo en lo que nosotros
queremos que sea, algo que siga satisfaciendo nuestros ideales de control (al
respecto Jung era muy crítico, advertía sobre los peligros de que los
occidentales usáramos el Yoga para adquirir más poder ¿no es eso lo que ocurre
actualmente?).
En conclusión: el problema que puede generar el
cambio de los significados de los términos, depende del desconocimiento del uso
para el cual fueron creados. Algunos discutirán el valor de estas discusiones,
pero, en nuestro favor, debo afirmar que para quienes trabajamos en un discurso
específico, es necesario podernos entender, saber qué estamos leyendo cuando
leemos a un autor determinado o darnos a entender frente a un público que ya
tiene unos conceptos fundados. Cada disciplina crea un código, un lenguaje, y
conocer el código nos ayuda a no tener que estarnos explicando todo de nuevo.
En mi comentada publicación, si la hubiera hecho más extensa, debería entonces
haber dicho lo siguiente: “Si estás hablando desde el Psicoanálisis, el uso del
término «subconsciente» es inexacto, corresponde al uso de un término antiguo
abandonado por los fundadores de esta teoría y mantenido con otro significado
en escuelas posteriores. Se usa en algunas revisiones actuales de la psicología
profunda y se ha convertido en palabra de uso común para quienes no conocen (y
tal vez no necesitan conocer) las complicaciones que comporta”.
Muchas otras voces en esta red social (FB), han
pedido una aclaración extensa sobre las diferencias entre los términos. Espero
haber aportado a tales diferencias o, por lo menos, haberlas profundizado y
complejizado para una mayor riqueza en la discusión y en la reflexión.
Gracias a todas y a todos.
Firmo por ustedes.
Lisímaco Henao Henao.
Psicólogo U. de A.
y Analista Junguiano IAAP
020221