AMOR Y ESTADOS DE FUSIÓN.
Lisímaco Henao H. Analista Junguiano SCAJ-IAAP
Con los junguianos, por otro lado, nos vamos incluso más atrás del cuerpo materno y la vivencia individual de esa fusión, una situación arquetípica de participación mística entre femenino y masculino que todo ser humano trae a este mundo, las sizigias alquímicas, la unión mística del dios y la diosa, símbolos con los que la psique alude a una totalidad ideal, apenas alcanzable para nosotros que vivimos en el plano humano y no en el de los arquetipos. En nuestro plano aspiramos a esa totalidad, ánima y animus -y todos los opuestos que ellos evocan-, se activan imantados por Eros cada que nos sentimos atraídos por ese otro que aparece, entonces, como promesa de salvación de este estado de división y fragmentación constante.
Cuando nos enamoramos (incluso en la simple atracción), vamos más allá de las proyecciones maternas y paternas, vamos hacia los albores mismos de la consciencia, y hacia su fin deseado también, según se explica por la tendencia hacia la individuación. No busco a mamá o a papá en la pareja, busco una unidad que me llama desde el futuro, y de la cual lograré apenas un fragmento, el que me sea posible según mis condiciones. La sexualidad es, así, otro símbolo potente de esa tendencia y el amor -cuando también está presente-, la energía psíquica que acompaña al instinto erótico activado. Por ello afirmaba Jung que Eros era, por su lado ultravioleta, creador de arte, fantasías y espiritualidad, mientras que en su lado infrarrojo un daimon instintivo e incluso destructivo.
Fusión, como la lograda por el pez rape, es la destrucción del ser humano que busca su individuación (como el pez, en ese estado perdemos "los ojos", la consciencia), "fusión" es un estado inicial, pretérito, re-activado momentáneamente por el emparejamiento y el eros instintivo; complementariamente a ello, el aporte fundamental de la consciencia en el encuentro amoroso es el trabajo que propende hacia "la integración" de los opuestos ya diferenciados, que puede ser mucho más duradera pues protege esas diferenciaciones tan difícilmente logradas, contenidas y toleradas. De todos modos, nadie puede negar que esos momentos del símbolo instintivo, son altamente deseables, tanto, como podríamos desear la integración con el alma.
14 de febrero de 2024